Esperando la luz.
Luz. Colores.
Mientras estamos ejecutando un proyecto, en las etapas de ir colocando los acabados, muchas veces tenemos que “tirar de imaginación y fe” para visualizar cómo quedará el espacio. Por suerte, y gracias al esfuerzo y al trabajo a lo largo de los años, los profesionales del interiorismo tenemos esa facilidad ya adherida a nuestro ADN. Sabemos cómo quedará la mezcla, el color y las texturas antes de colocarlas.
Por esta razón, es importante implicarnos absolutamente en la elección final de los materiales, y es necesario que el cliente confíe en nuestro criterio, más allá de nuestro gusto.
Creo firmemente que el punto de partida más importante y más sólido en un proyecto es la conexión que se produce entre interiorista y cliente. La buena comunicación, entendimiento y confianza. Son, para mí, premisas indispensables.
Tengo la inmensa suerte, de tener, y haber tenido, unos clientes que al final, ya son amigos. Gente que sin conocerte personalmente, confía en tí, te abre las puertas de su casa, te cuenta cómo vive o cómo le gustaría vivir.
Creo que esa es la parte que más me gusta de mi trabajo.
Gracias.